sábado, 1 de septiembre de 2012

Ivy Von Delaine era el tipo de chica que detestaba a Shelley Ripley.


Shelley Ripley era el tipo de chico al que sólo le gustaba fumar donde estaba prohibido. 

El humo del cigarrillo parecía bailar en el aire. 
Vincent y Harry se habían marchado. Le habían dejado tirado. No estaba enfadado, pero cuando los viera iba a fingir tener un cabreo del quince. Había una reputación que mantener…
Ivy salió del bar, poniéndose su zarrapastroso abrigo rojo. Le miró, confusa al verle aún allí.
- Llévame a casa - dijo Shelley, apoyado contra la pared.

Pausa. Imagen congelada: el chico de los pantalones vaqueros rotos, el de la camiseta descolorida y el pelo cuidadosamente despeinado, gira la cabeza sin separarla de la pared de cemento, como si estuviera demasiado cansado para moverse más. Es un tipo bastante alto, un poco desgarbado, normal pero… Tiene algo en los labios… Ah. Una sonrisa arrogante. Todavía no ha salido, pero allí está, preparada. Al acecho. 
Ivy levantó una ceja.
- No - respondió.
Shelley dejó escapar una risita rasposa, entre dientes.
- ¿Sabes, chica? Esa manía tuya de no decirme nunca que sí nos va a meter en un lío algún día.
Ivy casi sonrió.
- No - repitió.

Ivy Von Delaine era el tipo de chica que detestaba a Shelley Ripley. 

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